Ayuntamiento / José María Morelos
miércoles, 11 de septiembre de 2024 14:23
José María Morelos, Q. Roo.- Acostarse en una hamaca, es una experiencia única, sin embargo, pocas personas hacen viajar su mente hacia el largo proceso de elaboración de estas hermosas piezas artesanales
La elaboración de hamacas, solía ser, en los pueblos rurales de la península de Yucatán, una actividad que reunía a toda la familia.
Además de propiciar la convivencia, esta actividad evitaba gastar en los enseres que las familias requerían para su descanso, porque, en algunos casos, incluso corchaban el hilo a partir las fibras de henequén, rememoró Heliodoro Mex.
Nos ponían a hacer hamaca y mi papá, a veces no compra el hilo de eso que venden ahorita, sino que el henequén, había henequén y nos ponía a rasparlo y mi papá hacía el hilo y con eso hacíamos la hamaca.
Desde lo más profundo de sus recuerdos, este artesano local, hábil en la confección de estas piezas, evoca que, acorde al material, no siempre era grato “estrenar” una hamaca.
Hamaca de sosquil hacíamos nosotros, solo que sí, cuando te acuestas, ¡chispas!, no es muy sabroso, pero, cuando se lava y cuando tarda que lo estés utilizando, queda suave igual, o sea, era algo chévere, siempre lo recuerdas en la niñez.
Lamentablemente, al paso del tiempo, la modernidad empuja las tradiciones hacia el rincón del olvido.
Hoy, vemos con el avance de la tecnología, con el avance del cambio, de la cultura de nuestra gente, pues, es triste ver que es una cosa real, se perdió la esencia de hacer hamaca.
Invitó a abrazar de nuevo, costumbres que representan beneficios múltiples, por ejemplo, urdir hamaca propicia la convivencia familiar, al tiempo que ataja la adicción al celular, e incentiva la economía en forma de producción y ahorro, y lo más importante, es una magnífica terapia ocupacional.
La prueba, esa generación que nos hicieron así, ahí estamos hoy, hay mucha gente ahorita que, creo, que como dicen muchos, somos la última generación, porque los que vienen ahorita dicen; “puchi”, celular, celular.
Si ahora son pocas las familias que elaboran hamacas, hallar un artesano que sepa reparar estas piezas es como encontrar una aguja en un pajar.
Es muy rara la gente que se pone a componer hamaca ahorita, dos días reparas una hamaquita, ¿cuánto le vas a cobrar? Tú vas a cobrarle cien, doscientos pesos la hamaquita y a veces lo ven duro, porque la hamaca lo compraron en 600, una hamaca para que tú lo repares, es difícil.
Ahora, cuando disfrutes de la comodidad y frescura de una hamaca, piensa también en el largo proceso que implicó su confección, valora si, en tu tiempo libre, no te gustaría aprender esta actividad que, más que una artesanía, es un arte.
Juan Ojeda
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