<p class="ql-align-justify"><strong>José María Morelos, Q. Roo.- </strong>Yucatán fue embestida por uno de los huracanes más erráticos y caprichosos de la historia, unos días después, el 26 de septiembre, las aguas que este meteoro dejó a su paso por el sureste del país, se habían deslizado hacia el corazón de la península y, en un hecho sin precedentes, sepultaron una comunidad completa: San Marcos</p><div>Aquella madrugada del 26 de septiembre del 2002, un estruendo despertó a la mayoría de los habitantes de San Marcos, una localidad entonces ubicada a unos dos kilómetros de la carretera federal 184, algunos como don Emiliano, ya presentían que se avecinaba una catástrofe pues días antes habían percibido que el nivel de agua en la sabana cercana, había subido de nivel desproporcionadamente.</div><div>A las cuatro de la mañana, ya empezó a correr entonces dentro del pueblo, cuando dijo en estas horas ya el pueblo, ya tenía más de un metro de altura ya, como a las diez de la mañana saqué a mi familia, los saqué así, fuimos a avisar ahí en Morelos a las patrullas, que vengan a ver cómo estaba inundado el pueblo y vinieron, en esa misma patrulla saqué a mi familia.</div><div>Hacia la tarde, la comunidad entera estaba sumergida bajo las caudalosas aguas escurridas de las partes altas del sureste completo, el cual había sido bañado en exceso por el huracán Isidoro.</div><div>Y regresé, cuando regresé como a las cinco de la tarde, ya el pueblo ya estaba, ya, ¡raso!, tenía ya los siete metros de altura, los cables, allá topaba el agua, ya no se veía nada, toda la gente estaba aquí en la entrada, ahí estaban amontonados, dicen: ¿Qué vamos a hacer?, pues, qué vamos a hacer, nada, ya estuvo, cómo vamos a entrar dentro del agua...</div><div>Las familias que habitaron aquel poblado, acaso tuvieron oportunidad de sacar algunos efectos personales, todos sus bienes, incluyendo sus animales de traspatio, se perdieron en aquella fatídica inundación.</div><div> </div><div>Los gatos que gritaban, pues hay que se quedaron así, se subieron del otro lado, pero, pues, como se inundó, se encaramaron así en los árboles, los perros, cuando dijo al medio día, ya estaban saliendo, nadaban atrás de la gente así y salían.</div><div>Tras la desaparición del ahora conocido como “Viejo San Marcos”, los desplazados se encomendaron con familiares, pasaron meses, un par de años quizá, hasta que se refundó el poblado, ahora, a orillas de la vía federal 184.</div><div>El año pasado se inundó, se volvió a inundar, de hecho, hay algunos compañeros que tuve de Sembrando vida, que, agarraron una parte de las tierras de allá, se les inundó todo.</div><div>Aunque al paso del tiempo han superado la crisis que implicó volver a empezar desde cero, el episodio no se olvida y quienes vivieron de frente este fenómeno, lo llevan fresco en la memoria.</div><div>Sí, tuve dos, dos tuve allá y dos acá, fue difícil empezar de nuevo, pero, pues aquí estamos y, ya nos acostumbramos, ya estamos acostumbrados a estar acá.</div><div>El huracán Isidro burló todo pronóstico de aquella época, pues, cuando todo parecía indicar que solo pasaría por las costas en el Canal de Yucatán, durante la noche enfiló desde el norte hacia el centro de la península, tomando a todos por sorpresa, 70 de los 106 municipios del estado de Yucatán fueron declarados zona de desastre, paralelamente, dejó uno de los mayores caudales de precipitación que se haya registrado y que, días después, desapareció una comunidad completa.</div>