Reportaje "Mercado viejo"

Economía / Chetumal

domingo, 16 de septiembre de 2018 14:17

Chetumal, Q.Roo.- El olvido, promesas incumplidas, la incertidumbre, y hasta la inseguridad tienen en un túnel sin salida a pequeños empresarios del área comercial del centro de Chetumal conocida como “Mercado Viejo” cuyo nombre oficial es Manuel Altamirano y representa una zona histórica para la capital quintanarroense.

Y aunque muchos tienden a ubicarla como una sola, la zona de cerca de una hectárea de locales arrendados y propios, se divide en dos, el espacio específico del mercado Altamirano y adyacente, está la Plaza Chactemal. Los primeros son concesionarios de los locales, es decir, no son dueños mientras que los segundos han invertido dinero y trabajo durante años.

Dos historias de comerciantes similares sobre todo cuando revisan los años que los han sumergido en el cierre parcial o total de locales concesionados por el municipio Othón P. Blanco como sucede en el mercado donde los propietarios echan mano de todos los recursos posibles para sobrevivir.

Los locatarios del símbolo del comercio en Chetumal han optado por abrir cuando se puede o cuando se intuye un día de buena venta. Otra de las contantes es sacar su mercancía a los pasillos del inmueble con la esperanza de alguna ganancia que pague el sueldo de uno o máximo dos empleados y todavía quede para los gastos personales cotidianos.

Compañeros de espacio y desventuras, divididos por una línea imaginaria, están los comerciantes de la Plaza Chactemal que anunciada con fanfarrias, su destino era brindar espacios para los ambulantes de la antigua terminal de autobuses de Chetumal que estaba en el mismo lugar donde hoy se respira el abandono.

Ese abandono que en cada campaña política parece desaparecer, pero se desvanece en cuanto los candidatos ocupan los puestos de elección popular después de las elecciones.

Las llamadas de rescate van desde las oraciones hacia figuras religiosas hasta las solicitudes a la clase política que ya de plano, en la última campaña se asomó muy poco a conocer la problemática que asfixia a un sector que parece en extinción.

Parecería la crónica de una desaparición anunciada o negras intenciones para que los pequeños empresarios abandonen el área que podría ocuparse para modernas instalaciones sin pagar indemnizaciones.

Parecería que más de 200 familias son encaminadas por fuerzas ocultas con otros intereses, a un túnel sin salida.

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