<p style="text-align: justify;"><strong>Noticias Canal 10.-</strong> El <b>tercer debate</b> ofreció una reedición de los ataques personales entre los candidatos, los cuales ratificaron las posiciones que habían tenido con anterioridad. <b>Ricardo Anaya</b> atacó a <b>Andrés Manuel López Obrador</b> con el tema de su relación con el empresario <b>José María Rioboó</b>, quien presuntamente recibió contratos por 170 millones de pesos sin licitación durante su gobierno en la Ciudad de México. Meade cuestionó a López Obrador por haber destruido empleos durante su administración. <strong>López Obrador, sin embargo, respondió a Anaya “Yo no soy corrupto” y a Meade que si su gobierno hubiera sido tan malo no tendría una ventaja de cuatro a uno en la Ciudad de México. </strong></p> <p style="text-align: justify;">Las <b>encuestas</b> en los próximos días revelarán si hubo un ganador en el debate. Pero eso cada vez importa menos. Los intentos por asestar un golpe que noqueara a <b>López Obrador</b> resultaron fallidos. Los cuestionamientos que se le hicieron al candidato de <b>Morena</b> no parecen haberle hecho daño. Y eso es lo principal.<strong> El tercer debate era la última oportunidad de los candidatos que vienen atrás para descarrilar al candidato de Juntos Haremos Historia que se encuentra con una ventaja cada vez más sólida. </strong></p> <p style="text-align: justify;"><u><b>López Obrador</b> mantuvo sus posiciones sencillas y quizá utópicas. La forma de transformar el país es eliminar la corrupción y sólo él puede garantizar que eso ocurra. Eliminar la <b>corrupción</b>, dijo, permitirá ahorrar 500 mil millones de pesos en el gasto público. La cifra no es realista, pero eso no importa. En política el realismo no ayuda. El voto se obtiene al generar la idea de que un político puede cambiar por arte de magia el rumbo del país. López Obrador ha logrado proyectar esa imagen. Ninguno de sus rivales pudo destruirla en Mérida este 12 de junio.</u></p> <p style="text-align: justify;"><u>Fuente: Político.</u></p>