José María Morelos, Q. Roo.- La producción orgánica está muy lejos de ser una realidad, esto, debido a que en la práctica se requiere de gran cantidad de insumos que para su preparación requieren elementos que no siempre hay en comunidades rurales. Desincorporar de la producción agrícola el uso de insumos químicos es una utopía, porque en la práctica, resulta complicado, costoso y siempre se corre riesgo de pérdida.

Marcelo Poot, un campesino del ejido Tabasquito, refirió que para nada es práctico aterrizar la producción orgánica, porque se requiere un volumen descomunal de insumos. El campesino está arraigado en el uso de insumos químicos, no es fácil para un campesino que trabaja… vamos a hablar de una hectárea, una hectárea tiene mínimo diez mil cepas de maíz, con la agricultura sostenible, cada cepa requiere de un kilo de ese fertilizante orgánico y, para poder trabajarlo como fertilizante orgánico en una hectárea, el campesino requiere de diez toneladas.

Observó, para producir fertilizante orgánico, se requiere de productos que el campesino por lo general no tiene a la mano, por ejemplo, melaza, salvado, pollinaza, esto sin contar con que se requiere demasiada atención. Sin embargo, reconoció que, en áreas compactas para una producción a baja escala, por ejemplo, para consumo familiar, no solo es viable, sino, sobre todo, es recomendable para que las familias accedan a productos sanos y que no les represente un gasto oneroso.