Entre hilo, agujas y suelas, transcurre la vida de don Felipe, un hombre de campo

<p class="ql-align-justify"><strong>José María Morelos, Q. Roo. -</strong> Entre hilo, agujas y suelas, transcurre la vida de don Felipe, un hombre de campo que hace más de dos décadas decidió que podía aprender el oficio de “zapatero remendón” y a partir de ello, ha trabajado sin descanso, dando nueva vida a zapatos que consideraban desahuciados</p><p class="ql-align-justify">Hace más de veinte años, Felipe se sintió atraído por la reparación de calzado, según él, es autodidacta, pues nadie le enseñó, a partir de ello, inició por tiempo compartido su trabajo como reparador de calzado y como milpero.</p><p class="ql-align-justify">Pues mira, el oficio no me lo enseñaron, nosotros vimos cómo y… lo hacemos, lo hicimos, y podemos hacerlo; ¡uuuy! Ya tiene 20 años o más, yo trabajaba también en el monte, en el campo, pero de tarde hacemos las chambas.</p><p class="ql-align-justify">Al paso de los años, se volvió un experto y su trabajo no ha sido rechazado, al contrario, sus clientes son quienes le hacen la mejor promoción, pues sus tarifas también son justas.</p><p class="ql-align-justify">Mira, es que también, si vas a chambear mucho, te lleva hasta medio día, dale y dale, y, ahora esto, pues, fíjate que esto, lo voy a pegar y costurarlo, me va a llevar una hora o más, 70 pesos.</p><p class="ql-align-justify">Don Felipe afirmó que labora los 365 días del año y aunque eventualmente quisiera tomarse un espacio para relajarse o divertirse, finalmente, si en su taller existen pendientes prefiere dedicarse a trabajar, pues si bien, el oficio le da para mantener a su familia, no es tan rentable como para darse lujos.</p><p><br></p>