<p class="ql-align-justify"><strong>Playa del Carmen, Q. Roo.- </strong>Nereo Fuentes, camina lento, cansado como arrastrando los años que lleva dedicándose al noble oficio de la música, tararea, y por instantes se abraza a su guitarra y toca pedazos de requintos sin detener la marcha, acompañado de otros tres músicos, todos armados de guitarra.</p><p class="ql-align-justify">Nereo comenta que su trabajo a estado bajo desde hace tiempo, lejos quedaron los años cuando era lucrativo y bien visto por los turistas que pagaban lo que fuera en dólares por un par de canciones.</p><p class="ql-align-justify">Aprovecha la afluencia del panteón para según él poder trabajar y ganarse unos pesos, que, aunque sean poco seguro, son más que los que se ha ganado en las últimas semanas, la gente ya no aprecio ni paga la música viva, que curiosamente hoy trae a los muertos.</p><p class="ql-align-justify">Menciona que esperaran en general los músicos que este sábado suban los números significativamente, pues este viernes la creencia popular la dedica a los niños, a los que se refiere como angelitos, pero mañana para los difuntos mayores la gente sí tiene la costumbre de llevarle música a sus familiares que descansan en el panteón municipal.</p><p class="ql-align-justify">Y las que más piden, se las sabe bien, pues año con año las toca y las tiene bien ensayadas, entre esas mi querido viejo, el señor de las canas y un puño de tierra, con esta última se despide y mientras la toca una mujer se acerca con mirada triste casi al borde de las lágrimas sería, traga saliva y susurra casi sin detener la marcha, esa canción era la preferida de mi padre, sonríe con melancolía y sigue su camino con una cubeta de agua y flores, quizás más tarde busque a Nereo para que se la entone frente a la tumba donde descansa su padre.</p><div><br></div><div><strong>Edgar Olivares.</strong></div><div><br></div><p><br></p>